Una persona con dislexia hace un constante sobreesfuerzo para conseguir aquello que los demás realizan sin apenas trabajo. Esto conlleva a que se fatiguen y les cueste mucho concentrarse en una tarea.
Tras la realización de estos esfuerzos y la obtención de bajas recompensas, un niño disléxico que no esté diagnosticado puede llegar a parecer un alumno problemático o incluso puede caer en depresió.
Por ello evaluar diferente y de una forma multisensorial es
un punto clave para evitar que los niños diagnosticados de dislexia caigan en
depresión.
Es necesario resaltar a menudo las cosas que hacen bien. A un
niño de corta edad hay que mostrarle las caras buenas y positivas de la realidad,
y si es disléxico, esta actitud por parte de su entorno reforzará mucho su
autoestima.
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